Lectura del día

Novena a Nuestra Señora de Chiquinquirá.

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo.
Amén.

ACTO DE CONTRICCIÓN

Dulce Jesús de mi vida, prenda de mi corazón, a tus pies yo me arrodillo y te pido perdón, te pido de penitencia me des la absolución, por si este día, esta noche, me muero; me sirva de confesión.
Que el padre me dé su gracia, y el hijo su bendición, que la Santísima Virgen María me conforte, por si a la hora de mi muerte no puedo pedir perdón, ahora te lo pido con un acto de contrición:
Jesús, mi Señor y Redentor: Yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna.
Amén.

OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS

Reina y Madre del Rosario de Chiquinquirá, bella flor de nuestra tierra, renovada en destellos de luz y de hermosura, luces radiantes en tu imagen soberana los colores del patrio pabellón. Eres tú nuestra gloria y el orgullo de nuestra raza, Madre de Dios y Madre nuestra. En rústico lienzo tu rostro se ilumina y renuevas tu imagen en celestial fulgor, dando a tus hijos la graciosa prenda de la luz inmortal de tu Hijo Salvador.

Ciñe tus sienes la real diadema que corona tu hermosura y tu maternal bondad, símbolo fiel de nuestro entrañable afecto y de tus hijos el filial amor. A ti te cantan celestiales voces que te aclaman por Reina de la paz y el pueblo entero jubiloso te presenta el don de su fervor. En los difíciles tiempos de dolor y angustia tú, que eres Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; extiendes tu cetro soberano y cubres gloriosa con tu egregio manto a todos los que sufren la tribulación.

Hermosas flores mezcladas con tierra colombiana dieron a tu precioso lienzo celestial color; brote la tierra perfumadas flores que rindan culto a tu sagrada imagen, madre llena de gracia y de virtud. Tu divina presencia renovada, Reina y Madre, bendiga nuestra amada tierra y renueve a tus hijos en la luz de la verdad.

Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, inagotable fuente de gracia y de ternura; recibe complacida Madre y Señora, la humilde romería de nuestro inquieto corazón que llega peregrino a tu Santuario, casa del consuelo y la alegría, donde tú, Oh Madre clemente y pía, escuchas nuestros clamores.
Amén.


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GOZOS

Pues sois de los pecadores,
el consuelo y la alegría

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

I
Reina y Madre de Colombia,
de oro patrio coronada,
es tu imagen renovada
de tu pueblo regocijo,
renueva, Madre, a tus hijos
y escucha nuestros clamores,
por la paz y la alegría.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

II
Si en tu imagen de Chiquinquirá encontramos
todo el bien que deseamos en esta vida penosa,
si en todo tiempo, graciosa, nos dispensas tus favores
con franca soberanía.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

III
Peregrino de esperanza, todo el pueblo colombiano,
a tu santuario mariano en fraterna procesión
implora con devoción de tu bondad los favores
en humilde romería.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

IV
Fénix de amor, renovada para remediar al hombre
ostentas este renombre en tu Imagen sagrada;
con tal timbre coronada, se aumentan más los ardores
de nuestro amor cada día.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

V
Escoltan tu dulce imagen dos celestiales edecanes,
inmaculados guardianes: San Andrés y San Antonio;
de Domingo testimonio sus frailes predicadores,
te custodian noche y día.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

VI
Como aquella nubecilla que Elías vio sobre el Carmelo
así por nuestros consuelos obras esta maravilla;
de una oscura imagencilla salieron magnos primores,
que son asombro del día.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

VII
¡Que copiosa y que incesante es la lluvia soberana
de milagros, con que ufana nos beneficias amante.
No se da ningún instante sin que derrames favores
con general bizarría.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

VIII
Todo el que imploró confiado con sincera devoción
de tu amparo protección salió siempre consolado;
infinitos han mudado en delicias sus dolores
porque buscaron tu guía.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

IX
No hay enfermedad penosa, no hay trabajo ni desgracia
que Tú con tanta eficacia no remedies generosa;
si es que con fe fervorosa el que busca tus amores
de los vicios se desvía.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

X
Lo confiesa así gozoso todo el pueblo colombiano,
porque jamás clamó en vano bajo tu auxilio amoroso;
pues de modo portentoso en sus congojas mayores
tú le diste la alegría.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

XI
Casa común del consuelo tu hermoso templo sagrado,
pues en él has franqueado todo el maternal desvelo.
Por eso con tanto anhelo, sin recelos ni temores,
te clamamos noche y día.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

XII
¡Pueblo de Chiquinquirá, tierra mil veces dichosa!
¡que riqueza tan preciosa Dios en su campo nos da!
¡Oh, que celestial maná de tan distintos sabores
vierte en su imagen María.

¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

Pues sois de los pecadores el consuelo y la alegría
¡Oh Madre, clemente y pía escuchad nuestros clamores!

ORACIÓN FINAL

Bienaventurada Madre del Redentor, puerta del Cielo que siempre estás abierta, hermosa estrella que guías a los que navegan en el mar tempestuoso de este mundo, socorra a los que están caídos en el pecado, y que desean librarse de él, Tú, que con pasmo de toda la naturaleza concebiste y diste a luz a tu Creador, Virgen santa antes y después del parto, compadécete de los pecadores, recibiendo el saludo del ángel san Gabriel.

Dígnate rogar por nosotros, ¡oh santa Madre de Dios!
Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Omnipotente y sempiterno Dios y Señor nuestro, que eres la Esperanza, el Premio y el Consuelo de todos los afligidos que te invocan y quisiste que todos los bienes que tenemos y esperamos alcanzar, nos vengan por mano de la Santísima Virgen María, dignísima Madre tuya: concedednos, como te suplicamos, que todos los que veneran piadosamente tu nacimiento en carne mortal, y te ruegan delante de esta milagrosa Imagen renovada por tu mano, sientan el perpetuo socorro de su patrocinio, y sean libres en el cuerpo y en el alma de toda tribulación. Tú que vives y reinas con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.

BENDICIÓN FINAL

   Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros, no apartes, ven con nosotros a todas partes y solos nunca nos dejes; y ya que nos amas tanto como verdadera Madre, haz que nos bendiga: el Padre, el Hijo , y el Espíritu Santo. Amén.